Hacia una verdadera política de Estado para Malvinas
Entender que la Argentina es un país oceánico y bicontinental debe ser la premisa fundamental para la defensa del interés nacional; y esta conciencia de saber que el país tiene en su centro las islas Malvinas, la mejor manera de acercarse a su recuperación. Conocer los beneficios que tiene su posesión en términos geopolíticos en el presente siglo XXI; en cuanto al paso interoceánico, la proximidad al continente y la proyección a la Antártida da las herramientas para pensar una estrategia en el mismo sentido. Asimilar la magnitud del valor económico y estratégico de los recursos naturales del Atlántico Sur completa el conocimiento necesario para comprender lo que está en juego en dicha zona del planeta y todo lo que se pierde por no ejercer soberanía en estos territorios. El interés de este trabajo ha sido colaborar en el estudio de cada uno de estos asuntos.
“No vaya a ser, que por no conocer, defender y aprovechar lo que tenemos, nos quedemos para siempre, sin pan, sin hogar y sin rumbo” (Díaz Araujo, 1978: 22).
Nadie valora ni ama lo que no conoce. El desconocimiento del valor estratégico del espacio marítimo atenta contra la posibilidad de que asimilemos como propio el patrimonio de 45 millones de argentinos.
Es una gran debilidad de nuestro país no analizar, observar e interpretar sistemáticamente el escenario internacional ni pensarse a sí mismo desde una perspectiva global. Esto ocurre en el Estado nacional, pero también en los Estados provinciales e incluso en el sector privado. Esta mentalidad parroquial y de corto plazo resulta un límite para el desarrollo y el despliegue de las potencialidades y estrategias tendientes a la recuperación del territorio usurpado. Hace falta todo lo contrario: una perspectiva global y de largo plazo.
En ese sentido, la política exterior tiene que ver con el conjunto de las decisiones que toma el gobierno de un país en función de los intereses nacionales y en relación con los demás actores del sistema internacional. Es la variable externa del proyecto de país y debe responder, en primer término, a las aspiraciones de paz y seguridad y a las necesidades de desarrollo político, económico y social del pueblo.